Los segundos que dura un gesto

Hace dos semanas era más feliz de lo que nunca había sido en la vida, y hoy, estoy más triste de lo que jamás he estado en la vida.
Irónico.
Mi comportamiento en casa se aleja demasiado del normal. Vivo en el pasado. Siempre ausente, siempre en estado de espera. Me dedico a sentarme en el sofá, mirar sin ver a cualquier parte del salón y recordar todos y cada uno de los días de un mes completo de felicidad. Reviviéndolos. Como si me hallara de nuevo en esa situación, en ese lugar, en ese día y hora y con esa persona. Como si tuviera una máquina del tiempo. Deseando tenerla.
No hay un solo día que no haga esto, ni un solo día que no desee volver atrás, ni un solo día que no llore en intentos vanos.
Jamás me había visto así a mi misma, ni yo, ni ningún miembro de mi familia. Están preocupados porque estoy aquí sin estar, sólo está mi cuerpo, pero ¿y mi alma? Nadie la encuentra. Ni si quiera saben dónde tengo la cabeza y sólo ven que no como, no duermo, no estudio, se me olvidan las cosas...Si supieran que mi cabeza está acompañada de mi alma en el lugar al que le gustaría estar a mi corazón...Si supieran que están juntas en algún tiempo atrás, intentando ser feliz en el pasado porque no aceptan el presente...
Prefiero tres mil veces vivir ausente que observar la realidad. Me mata.
Me alimento de recuerdos, y son los que me dan la fuerza necesaria para salir a la calle con una sonrisa e inmiscuirme con los demás.
Pero, ¿es bueno vivir así?, Y lo más importante, ¿es justo que mi familia me vea pasar por esto de este modo?
Hoy, 27/01/2013 a la 1:33h, madrugada del domingo, sólo me queda aportar mi último conocimiento. He descubierto por propia experiencia, cómo la felicidad se te escapa de las manos en tan solo los segundos que dura un gesto, un gesto de negación, fugaz...